SI YO FUERA EL
INVASOR
Si yo fuera el invasor tendría ya organizadas las acciones de penetración
de tropas multinacionales, listas para actuar y atacar dentro del territorio de
Venezuela. Esas tropas vendrían organizadas en batallones bajo el aspecto de
simples cargadores de bolsas y cajas, presunta o hipotéticamente contentivas de
alimentos y comida. Algunos se pondrían el respectivo uniforme de la Cruz Roja
Internacional, otros el de religiosos y otros más el de diplomáticos. No
olvidar que esta es la conspiración de los disfraces: si el figurín para
efectos de las redes y medios de "información" es un soplaverga
cualquiera a quien Trump disfrazó de presidente, de ahí para abajo cualquiera
puede disfrazarse de lo que no es: presto para invadir con máscaras, disfraces,
simulacros y hologramas.
Como eso de disfrazarse incluye la profusión de anuncios mentirosos y
fintas que disfrazan los planes con palabras, si yo fuera el invasor andaría
llenándome la jeta diciendo que voy a entrar por Cúcuta, pero a última hora
intentaría una irrupción por cualquier punto de los 2 mil 200 kilómetros de
frontera común.
Si yo fuera el invasor ya tendría clara en la mente la intención y alcances
de la jugada: me presento en varios puntos de las fronteras norte, sur y oeste
(¿y la este?) con las respectivas tropas, y comenzaría el desafío: si me dejan
entrar, ya están invadidos; si me detienes, habrá disparos y la opinión pública
internacional se pondrá de nuestro lado ("Maduro no dejó entrar 800
toneladas de alimentos y medicinas que su pueblo necesita, qué tipo tan
malo"). Y si hay algún muertico (cosa fácil de conseguir mediante una
simple provocación) entonces tendrán el despliegue guerrerista que todos
estamos esperando.
Si yo fuera el invasor estaría ensayando desde hace semanas la entrada en
acción de los receptores de aquellas cajas o bolsas: toda la estructura de
guarimberos y activadores de los partidos antichavistas y antivenezolanos,
sospechosamente desactivada o en reposo cuando se suponía que iba a estar más
activa, pudiera reaparecer por allá con una enorme sonrisa recibiendo el regalo
del día de los enamorados (alguien ya mencionó la fecha 14 de febrero). Tal como
en los ensayos terroristas de 2014 y 2017, Voluntad Popular, Primero Justicia,
Vente María Corina y demás sectas sifrinas, acompañada de gente de los barrios
subcontratada para tareas sucias y de acción directa, carne de cañón como
siempre, estarían preparándose para entrar en acción en aquellos parajes adonde
se darán el abrazo de la traición con asesinos colombianos, brasileños y
estadounidenses.
Si yo fuera el invasor tendría preparada la escena para un
"trabajo" ya ensayado antes: show para las redes y los medios en
las ciudades de Venezuela. Un puñado de performances que incluirían quema de
basura, de bienes y de personas, enfrentamiento con los cuerpos policiales y la
inmolación de algún idiota por andar jugando con pólvora (a ese idiota le tendría
el afiche preparado: la cara del muchacho pendejo con el cielo y la bandera de
fondo).
Si yo fuera el invasor ya tendría el gran titular que se repetirá en
varios medios del mundo, sólo hay que copiarlo y pegarlo: "Maduro asesina
a venezolanos por protestar pacíficamente". Es bueno siempre crearle
varios frentes al enemigo, así sean frentes mediáticos y escandalosos, aptos
para que los camarógrafos con ínfulas de reporteros de guerra se luzcan.
Si yo fuera el invasor ya tendría amoladita la narrativa de los derechos
humanos violados de mis delincuentes. Asesino a quien liquiden en la calle por
atentar contra la vida de otros, será presentado ante el mundo como el humilde
libertador del pueblo venezolano, como un ciudadano con derechos a quienes la
dictadura asesinó mientras él iba pasando y enfrentó al régimen con un ramo de
rosas en las manos y unos cánticos del grupo ABBA en los labios. Iba a ponerse
a cantar "Dancing Queen" y un esbirro comunista lo mató
"con la explosión de una bomba lacrimógena" (esa arma de
destrucción masiva de neuronas ya me ha funcionado antes; funcionará otra vez).
Si yo fuera el invasor ya tendría catalogados a los voceros y habladores de
los grupos de derechos humanos, incluso a aquellos que dicen ser chavistas y
dicen que rechazan la invasión a Venezuela, pero que cuando ven a un criminal
muerto por andar jugando a la guerra (matando a los demás) entonces se lanzan
rudísimas declaraciones. Tienen una imagen que cuidar; si no hablan lo
suficientemente feo del régimen de Maduro, pudieran perder puntos en su gremio,
y también pudieran perder fuentes de financiamiento.
Si yo fuera el invasor tendría ya operando en los organismos de
inteligencia a los creadores del SEBIN del gobierno paralelo. Ya los efectivos
de ese cuerpo (que ya no se llamaría así) estaría trabajando para la tarea de
la limpieza y barrido que vendría. Poseen información profusa y valiosa sobre
cada jerarca y militante chavista de las instituciones y las bases, y el
Gobierno Bolivariano les paga por tenerla al día y organizada; son los espías
perfectos.
Si yo fuera el invasor tendría en la mira también, como potenciales aliados
de la invasión, al fragmento de opinadores y surfeadores de redes sociales que
se hacen llamar chavistas, pero a quienes fue fácil convencerlos de que Estados
Unidos y sus satélites atacarán a Venezuela porque su gobierno es
corrupto. Ya los convencí de que a la Administración Trump le importa demasiado
la pulcritud del gobierno de Venezuela y por eso es que voy a derrocarlo.
Después de eso ya puedo convencerlos de cualquier otra cosa.
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